Ir a otro artículo del número Objetivo Examinar aquellos aspectos de las auras epilépticas que pueden contribuir a mejorar la comprensión de esta manifestación epiléptica. Desarrollo El aura epiléptica es la parte de las crisis que acontece antes de la pérdida de conciencia y para la cual se mantiene el recuerdo.
- En el caso de las crisis parciales simples, el aura es la crisis en su totalidad.
- Este fenómeno epiléptico es consecuencia de la activación de corteza funcional por una descarga neuronal anormal, unilateral, circunscrita y breve.
- El electroencefalograma de superficie frecuentemente fracasa en detectar cambios durante una aura aislada.
La incidencia de auras en epilepsia parcial persiste imprecisa y hay marcadas discrepancias entre los autores. Las auras viscerosensoriales y experienciales se observan a menudo en epilepsia temporal. Un sentimiento de miedo es el síntoma afectivo más común asociado con descargas epilépticas de origen temporal mesial.
- Auras sensoriales especiales, entre las que se incluyen las visuales, las gustatorias y las vertiginosas, se describen más frecuentemente en epilepsia extratemporal.
- Las auras olfatorias son raras; sin embargo, cuando ocurren, la etiología más probable es un tumor que afecta a la amígdala y al hipocampo.
Las auras somatosensoriales incluyen sensaciones de adormecimiento o acorchamiento, sensación eléctrica o, muy ocasionalmente, dolor. No existe acuerdo en la clasificación de determinadas auras, entre las cuales se incluyen las auras motoras cefálicas y sexuales.
El diagnóstico diferencial es enormemente heterogéneo e incluye disfunción vestibular, migraña, ictus, alteraciones autonómicas, intoxicación por drogas y trastornos psiquiátricos. Conclusión Las manifestaciones clínicas de las auras epilépticas son extraordinariamente diversas y, por tanto, el conocimiento de su fisiopatología, características, incidencia y asociación con los diferentes tipos de epilepsia focal constituyen la clave para obtener un diagnóstico preciso.
Palabras clave Auras epilépticas Crisis parciales simples Diagnóstico diferencial Electroencefalograma TEXTO COMPLETO (solo disponible en lengua castellana / Only available in Spanish)
¿Qué es el estado de aura?
Aura (síntoma) | |
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Especialidad | neurología epileptología |
Se denomina aura (del latín, aura, aliento) a la sensación o fenómeno subjetivo que precede y señala el comienzo de un ataque paroxístico, como puede ser el epiléptico (Galeno). La palabra aura hace alusión a una serie de diferentes conceptos:
- Aura asmática : Ataques premonitorios que preceden a un ataque de asma bronquial,
- Aura auditiva : Sensación auditiva que a veces precede al ataque de epilepsia,
- Aura cinestésica : Sensación de movimiento en alguna parte del cuerpo, con o sin movimiento real de la misma.
- Aura eléctrica : Sensación de brisa experimentada al recibir una descarga de electricidad estática,
- Aura epigástrica : Sensación dolorosa en el epigastrio que precede a veces al ataque epiléptico,
- Aura epiléptica : Sensación peculiar que a veces avisa de la proximidad de un ataque de epilepsia,
- Aura histérica : Aura semejante a la que precede a un ataque epiléptico que experimentan en ocasiones los histéricos,
- Aura intelectual : Estado de desvarío que a veces precede a un ataque de epilepsia, Se conoce también como aura reminiscente,
- Aura motriz : Movimientos determinados que preceden a un ataque de epilepsia,
- Aura procursiva : Impulso de correr que precede frecuentemente a un ataque epiléptico,
- Aura vertiginosa : Ataque repentino de vértigo,
Las auras son también el principal síntoma que advierte una migraña en algunas personas. Estas pueden presentarse desde momentos antes hasta 24 horas antes de que se inicie el dolor de cabeza. Son síntomas neurológicos generalmente visuales (puntos brillantes, luces centelleantes o destellos, visión borrosa) comunes en uno o ambos ojos y es común que ocurran en cualquier combinación:
¿Qué es un periodo aura y en qué personas se presenta?
Síntomas de los trastornos convulsivos – Un aura (sensaciones inusuales) describe cómo se siente una persona antes de que comience una convulsión. Por lo general, forma parte de una crisis focal consciente Convulsiones de inicio focal que acaba de comenzar. Un aura puede consistir en cualquiera de los aspectos siguientes:
Olores o sabores anormales Mariposas en el estómago Una sensación de haber experimentado algo anteriormente incluso cuando no se ha experimentado (sensación de déjà vu) o el caso contrario, la sensación de que algo no resulta familiar a pesar de que debería serlo (denominado jamais vu) Sensación inequívoca de la inminencia de una crisis
Casi todas las crisis son relativamente breves, con una duración que oscila entre unos segundos y algunos minutos. La mayoría dura entre 1 y 2 minutos. Algunas veces, las convulsiones reaparecen de forma recurrente, como sucede en el estado epiléptico. La mayoría de los afectados por trastornos convulsivos tienen un aspecto y un comportamiento normal entre las crisis.
Un intenso olor agradable o desagradable si la parte del cerebro afectada es la ínsula Alucinaciones visuales (visión de imágenes sin forma precisa) si está afectado el lóbulo occipital Incapacidad para hablar si existe afectación del área que controla el habla (situada en el lóbulo frontal) Una crisis convulsiva (sacudidas y espasmos de todos los músculos del cuerpo) si se afectan grandes áreas de ambos hemisferios cerebrales
Las convulsiones se pueden clasificar como
Motoras: comportan contracciones musculares anormales (como sacudidas de una extremidad o convulsiones) No motoras: no comportan contracciones musculares anormales
Otros síntomas posibles son entumecimiento u hormigueo de una zona específica del cuerpo, breves episodios de falta de respuesta, pérdida de consciencia y confusión. Pueden producirse vómitos si se pierde la consciencia. La persona afectada puede perder el control de los músculos, la vejiga o los intestinos.
Inicio focal (la convulsión comienza en un único lado del cerebro) Inicio generalizado (la convulsión comienza en ambos lados del cerebro)
Existen varios tipos de convulsiones focales y generalizadas. La mayoría de las personas presentan un solo tipo de convulsión; otras presentan dos o más tipos. Algunos tipos de crisis convulsivas pueden ser focales y acabar generalizándose. En las convulsiones de inicio focal, las convulsiones comienzan en un único lado del cerebro.
Automatismos (actividad motora repetitiva, coordinada e inútil) Atónicas (comportan pérdida de tono muscular) Clónicas (comportan sacudidas rítmicas de los músculos) Espasmos epilépticos (que implican flexionar y enderezar los brazos e inclinar la parte superior del cuerpo hacia adelante) en los niños Hipercinéticas (implican mover las piernas como si se pedalease en bicicleta o se pataleara) Mioclónicas (comportan sacudidas repentinas de los músculos, como un rayo) Tónicas (que implican el endurecimiento de los músculos de una única extremidad o de un único lado del cuerpo)
Algunas personas que sufren una crisis de inicio focal se recuperan por completo. En otras, la descarga eléctrica anormal se propaga a las áreas adyacentes y al otro hemisferio cerebral, ocasionando una crisis generalizada. Las crisis generalizadas que derivan de crisis focales se denominan crisis focales a bilaterales.
Se mantiene la consciencia (llamadas convulsiones focales conscientes). La conciencia está alterada (llamadas convulsiones focales con alteración de la consciencia).
La consciencia se refiere al conocimiento de uno mismo y del entorno. Si la consciencia se ve afectada durante una fase cualquiera de la convulsión, se habla de una convulsión focal de consciencia alterada. Los médicos determinan si la persona afectada se ha mantenido consciente durante una convulsión preguntándoselo o, si la convulsión está teniendo lugar, viendo si la persona responde cuando se le habla.
En las convulsiones focales conscientes, las descargas eléctricas anómalas se inician en un área pequeña del cerebro y permanecen limitadas a esa zona. Como solo afectan una pequeña área, los síntomas se relacionan con la función controlada por ella. Por ejemplo, si interviene la zona del cerebro que controla los movimientos del brazo derecho (en el lóbulo frontal izquierdo), esa extremidad sube de manera involuntaria y la cabeza se ladea hacia el brazo levantado.
Las personas afectadas están completamente conscientes y alertas a su entorno. Una convulsión focal consciente puede evolucionar hacia una convulsión focal con afectación de la consciencia. Las crisis jacksonianas (epilepsia jacksoniana) son un tipo de convulsiones focales conscientes.
Los síntomas comienzan en una única mano o pie y luego ascienden por el miembro a medida que la actividad eléctrica se extiende por el cerebro. Durante la crisis, las personas afectadas son plenamente conscientes de lo que sucede. Otras convulsiones focales conscientes afectan la cara, luego se extienden a un brazo o, a veces, a una pierna.
La epilepsia parcial continua es poco frecuente. En este tipo de crisis, las convulsiones focales se suceden cada pocos segundos o minutos durante días o años. Afectan de forma característica un brazo, una mano, un lado de la cara o un lado del cuerpo.
Las personas con epilepsia parcial continua permanecen conscientes. Estas convulsiones suelen ser consecuencia de En las convulsiones focales con alteración de la consciencia, las descargas eléctricas anormales comienzan en una pequeña zona del lóbulo temporal o frontal, y luego se extienden con rapidez a otras áreas vecinas.
Las crisis suelen comenzar con un aura que dura de 1 a 2 minutos. Durante el aura se empieza a perder el contacto con la realidad. Durante las convulsiones focales con alteración de la consciencia, se altera la consciencia, pero la persona afectada no se queda inconsciente.
Quedarse con la mirada fija Masticar o chasquear los labios involuntariamente Mover las manos, los brazos y las piernas de forma extraña y sin propósito alguno Emitir sonidos ininteligibles No comprender lo que se les dice Resistirse a recibir ayuda
Algunas personas afectadas hablan, pero su discurso carece de espontaneidad y el contenido es algo escaso. Se ven confundidas y desorientadas. Este estado puede durar varios minutos. A veces, los afectados se resisten a ser sujetados. En las convulsiones de inicio generalizado, la convulsión comienza en ambos hemisferios cerebrales.
Crisis tónicoclónicas (anteriormente llamadas epilepsia mayor) Convulsiones clónicas (que comportan sacudidas rítmicas sostenidas de los músculos después de que se endurezcan) Convulsiones tonicas (comportan rigidez de los músculos en todas las extremidades) Convulsiones atonicas(comportan pérdida de tono muscular) Convulsiones mioclónicas (que comportan sacudidas rítmicas de los músculos no precedidas por rigidez de los mismos) Convulsiones mioclónicas-tonicoclónicas (que comportan sacudidas de los músculos seguidas de rigidez muscular y sacudidas repetidas de los músculos), incluyendo epilepsia mioclónica juvenil Convulsiones mioclónicas-atónicas (consisten en sacudidas de los músculos, seguidas de pérdida de tono muscular) Espasmos epilépticos (del lactante) Crisis de ausencia
La mayoría de los tipos de convulsiones generalizadas (como las convulsiones tonicoclónicas) comportan contracciones musculares anormales. Los tipos de convulsiones que no las comportan se denominan crisis de ausencia. Las convulsiones de origen generalizado comienzan con descargas anormales en una parte profunda y central del cerebro, que se propagan simultáneamente a ambos hemisferios cerebrales.
Tener intensos espasmos musculares y sacudidas por todo el cuerpo a medida que los músculos se contraen y se relajan de forma rápida y repetida Caerse Apretar los dientes Morderse la lengua (ocurre a menudo) Babear o echar espuma por la boca Perder el control de la vejiga y/o los intestinos
Las crisis suelen durar entre 1 y 2 minutos. Después se siente dolor de cabeza, confusión temporal y un intenso cansancio. Los síntomas pueden durar desde unos minutos hasta horas. La mayoría de las personas no recuerdan lo sucedido durante la crisis. En las crisis tonicoclónicas generalizadas, los músculos se contraen (parte tónica) y a continuación alternan rápidamente entre contracción y relajación (parte clónica).
De inicio generalizado (comenzando en ambos hemisferios cerebrales) Focales a bilaterales (comenzando en un único hemisferio cerebral y extendiéndose a ambos hemisferios cerebrales)
En ambos casos se produce una pérdida temporal de consciencia y una convulsión cuando la descarga anormal afecta a ambos hemisferios. Las crisis tonicoclónicas focales a bilaterales (epilepsia mayor) suelen comenzar con una descarga eléctrica anormal en una pequeña región de un único hemisferio cerebral, originando una crisis focal consciente o una crisis focal con afectación de la consciencia.
- La descarga se propaga entonces con rapidez a ambos hemisferios cerebrales, lo que provoca la disfunción de todo el encéfalo.
- Los síntomas son similares a los de las crisis de inicio generalizado.
- Las crisis atónicas afectan principalmente a los niños.
- Se caracterizan por una pérdida del tono muscular y de la consciencia, breve pero absoluta, que hace que se caigan al suelo, lo que les puede provocar lesiones.
En las convulsiones clónicas, las extremidades de ambos lados del cuerpo y, a menudo, la cabeza, el cuello, la cara y el tronco se sacuden rítmicamente durante la convulsión. Las convulsiones clónicas ocurren por lo general en lactantes. Son mucho menos frecuentes que las convulsiones tonicoclónicas.
- Las crisis tónicas se producen frecuentemente durante el sueño, generalmente en niños.
- El tono muscular aumenta de manera brusca o gradual, provocando rigidez muscular.
- Las extremidades y el cuello a menudo se ven afectados.
- Suelen durar de 10 a 15 segundos, pero hacen que la persona afectada, si está de pie, caiga al suelo.
La mayoría no pierden la consciencia. Si la crisis dura más tiempo, se producen algunas sacudidas musculares cuando la crisis termina. Las crisis de ausencia atípicas (véase más abajo), las crisis atónicas y las crisis tónicas suelen producirse como parte de una forma grave de epilepsia denominada síndrome de Lennox-Gastaut, que empieza antes de los 4 años de edad.
Las crisis mioclónicas se caracterizan por rápidas sacudidas de una o varias extremidades o del tronco. Son breves y no causan pérdida de consciencia, pero se producen de forma repetitiva y pueden derivar en crisis tonicoclónicas con pérdida de consciencia. En las convulsiones mioclónicas-atónicas, las extremidades o el tronco se sacuden brevemente y luego se vuelven flácidos (crisis de caída).
Las convulsiones suelen comenzar entre los 6 meses y los 6 años de edad. Antes de la primera crisis mioclónica-atónica, dos tercios de los niños afectados sufren convulsiones febriles y convulsiones de inicio generalizado. El desarrollo y los procesos mentales suelen ser normales, pero durante la convulsión o después de la misma, el desarrollo y el pensamiento pueden verse afectados.
La epilepsia mioclónica juvenil suele comenzar durante la adolescencia. Las crisis empiezan típicamente con sacudidas rápidas de ambos brazos. Un 90% de estas crisis son seguidas por convulsiones tonicoclónicas generalizadas. Algunas personas tienen también crisis de ausencia. Las crisis ocurren a menudo al despertar por la mañana, sobre todo si hay falta de sueño.
El consumo de alcohol también aumenta la probabilidad de sufrir una crisis. Las crisis de ausencia no comportan una contracción muscular anormal. Se pueden clasificar como
Típicas (anteriormente denominadas “petit mal”) Atípicas
Las crisis de ausencia típicas generalmente comienzan durante la infancia, entre los 5 y los 15 años de edad, y no continúan en la edad adulta. Sin embargo, a veces los adultos presentan crisis de ausencia típicas. A diferencia de las crisis tonicoclónicas, la ausencia no provoca convulsiones ni otros síntomas alarmantes.
Las personas afectadas no caen al suelo, no se desploman ni sufren sacudidas. En cambio, tienen episodios en los que se quedan con la mirada fija, parpadeando y a veces con espasmos de los músculos faciales. Habitualmente pierden la consciencia y pierden totalmente la percepción de su entorno. Estos episodios duran de 10 a 30 segundos.
Los afectados de pronto dejan de hacer lo que estaban haciendo y luego lo reanudan, también de repente. No tienen secuelas y no son conscientes de haber sufrido una crisis. Sin tratamiento, muchas personas sufren varias crisis al día. Muchas de estas crisis suceden mientras se está tranquilamente sentado; pocas veces ocurren durante el ejercicio.
Son menos frecuentes. Duran más tiempo. Las sacudidas y otros movimientos son más pronunciados. Las personas afectadas son más conscientes de su entorno.
La mayoría de las personas con ausencias atípicas tienen anormalidades neurológicas o retrasos del desarrollo. Las crisis de ausencia atípicas suelen continuar en la edad adulta. El síndrome de Dravet (epilepsia mioclónica grave de la infancia) aparece durante la primera infancia.
Tiene características focales y generalizadas. Durante el primer año de vida, las crisis focales suelen desencadenarse por fiebre. Alrededor de los 2 años de edad, los niños tienden a presentar convulsiones mioclónicas generalizadas. En estas convulsiones, el tronco o una o varias extremidades sufren una sacudida.
Los niños con síndrome de Dravet también pueden desarrollar ausencia atípica y convulsiones clónicas, atónicas o tonicoclónicas. Durante el segundo año de vida, los niños ya no se desarrollan como cabría esperar y pueden perder las habilidades que habían alcanzado.
- Los niños tienen dificultades para pensar y aprender y carecen de coordinación y equilibrio.
- En cerca del 70 al 80% de los niños con síndrome de Dravet, la causa es un gen anormal que se sabe que causa convulsiones.
- El estado epiléptico convulsivo es el trastorno convulsivo más grave y se considera una emergencia médica, porque las convulsiones no cesan.
Se producen descargas eléctricas a través de todo el encéfalo, causando una crisis tonicoclónica generalizada. El estado epiléptico convulsivo se diagnostica cuando se cumple una de las dos condiciones siguientes o ambas:
Una convulsión dura más de 5 minutos La persona no recobra la consciencia totalmente entre dos o más crisis
Las personas afectadas tienen convulsiones con intensas contracciones musculares y a menudo no pueden respirar adecuadamente. La temperatura corporal aumenta. Si no se trata con rapidez, el corazón y el cerebro se sobrecargan y sufren lesiones permanentes, lo que puede causar la muerte.
- El estado epiléptico convulsivo generalizado tiene muchas causas, como los traumatismos craneales y la suspensión abrupta de un tratamiento con medicamentos anticonvulsivos.
- El estado epiléptico no convulsivo, otro tipo de estado epiléptico, no causa convulsiones.
- Las convulsiones duran 10 minutos o más.
Durante la convulsión, los procesos intelectuales (incluida la consciencia) y/o el comportamiento se ven afectados. Las personas afectadas pueden mostrarse confundidas o atontadas. Pueden ser incapaces de hablar y pueden comportarse de forma irracional.
- El hecho de sufrir un estado epiléptico no convulsivo aumenta el riesgo de desarrollar un estado epiléptico convulsivo.
- Este tipo de convulsiones requieren un diagnóstico y un tratamiento rápidos.
- Cuando concluyen, la persona tiene dolor de cabeza, dolor muscular (mialgia), sensaciones inusuales, confusión y fatiga extrema.
Esta alteración posterior a la convulsión se llama estupor poscrítico (o postictal). A veces se produce debilidad en un lado del cuerpo después de una convulsión, y dura más que la propia convulsión (parálisis de Todd). La mayoría no recuerdan lo que pasó durante la crisis (trastorno llamado amnesia poscrítica).
- Las crisis pueden tener consecuencias graves.
- Las contracciones musculares intensas y rápidas causan lesiones, e incluso fracturan huesos.
- La pérdida súbita de la consciencia causa lesiones, a veces graves, por caídas y accidentes.
- Las personas pueden tener numerosas crisis sin que estas ocasionen un daño cerebral grave.
Sin embargo, las crisis pueden ser repetitivas y las convulsiones pueden acabar afectando a la inteligencia. Si las crisis no están bien controlados, a veces las personas no pueden obtener el carné de conducir. En algunos casos hay dificultad para mantener el trabajo o conseguir un seguro médico, o se es estigmatizado por la sociedad.
Como resultado, la calidad de vida se reduce en gran medida. Si las crisis no están completamente controladas, estas personas tienen el doble o el triple de probabilidades de morir que las que no padecen convulsiones. Algunas personas mueren repentinamente sin una razón aparente, lo que se conoce como muerte súbita inesperada en epilepsia.
Este trastorno suele ocurrir por la noche o durante el sueño. El riesgo es mayor para las personas que sufren convulsiones frecuentes, en especial convulsiones tonicoclónicas generalizadas.
Evaluación médica Si la persona afectada nunca ha sufrido una crisis previa, análisis de sangre y otros análisis, imágenes del cerebro y, normalmente, electroencefalografía Si ya se ha diagnosticado un trastorno convulsivo por lo general se realizan análisis de sangre para medir las concentraciones de fármacos anticonvulsivos
El diagnóstico de una crisis se basa en los síntomas y en los datos aportados por quienes han presenciado las crisis. Los síntomas que sugieren una crisis incluyen la pérdida de consciencia, espasmos musculares que agitan el cuerpo, lengua mordida, pérdida de control de la vejiga, confusión repentina e incapacidad para prestar atención.
- El médico diagnostica un trastorno convulsivo (epilepsia) cuando una persona tiene al menos dos crisis no provocadas que ocurren en momentos diferentes.
- Las valoraciones suelen realizarse en el servicio de urgencias.
- Si ya se ha diagnosticado el trastorno convulsivo y el paciente se ha recuperado totalmente, la valoración podrá hacerse en la consulta del médico.
La información aportada por las personas que presenciaron la crisis es muy útil para el médico. Un testigo puede describir exactamente lo ocurrido, mientras que quien ha sufrido la crisis no suele recordar nada. El médico necesita una descripción exacta, que incluirá lo siguiente:
Con qué rapidez empezó el episodio Si se presentaron movimientos anormales (como espasmos de la cabeza, del cuello o de los músculos de la cara), se mordió la lengua, babeó, perdió el control de la vejiga o del intestino o los músculos se tornaron rígidos Cuánto tiempo duró la crisis Con qué rapidez se recuperó la persona afectada
Una rápida recuperación sugiere un desmayo en lugar de una crisis. La confusión que dura desde varios minutos hasta horas después de la recuperación de la conciencia sugiere una convulsión. Aunque los testigos suelen estar demasiado asustados durante la crisis como para recordar todos los detalles, cualquier cosa que recuerden es útil.
- Si es posible, debe medirse la duración de la crisis con un reloj u otro dispositivo.
- Las crisis que duran 1 o 2 minutos parecen interminables.
- El médico también necesita saber lo que notó la persona afectada antes del episodio: si tuvo una premonición o una advertencia de que estaba a punto de ocurrir algo fuera de lo normal, o si algún estímulo (como ciertos sonidos o luces centelleantes) pudo haber desencadenado el episodio.
Los médicos preguntan a la persona afectada sobre las posibles causas de las convulsiones, como las siguientes:
Los fármacos o drogas (incluido el alcohol) que toma o ha dejado de tomar la persona recientemente A las personas que toman medicamentos para controlar las convulsiones se les preguntará si los están tomando tal como se les indicó Si están durmiendo lo suficiente (no dormir lo suficiente puede aumentar la probabilidad de sufrir convulsiones en algunas personas) Con los niños, si tienen familiares que también sufren convulsiones
Se realizará una exploración física completa, que puede dar pistas sobre la causa de los síntomas. Una vez que se ha diagnosticado una crisis, suelen ser necesarias más pruebas para determinar la causa. Es posible que las personas que sufren un trastorno convulsivo diagnosticado no necesiten pruebas, excepto un análisis de sangre para medir las concentraciones de los medicamentos anticonvulsivos que están tomando.
Sin embargo, si presentan síntomas que sugieren un trastorno que puede recibir tratamiento (como un traumatismo craneal o una infección), se realizan más pruebas. A menudo se indican análisis de sangre para detectar posibles causas de una convulsión o para averiguar por qué puede haber ocurrido una convulsión en alguien con un trastorno convulsivo diagnosticado.
Estos análisis consisten en medidas de las concentraciones de azúcar, calcio, sodio y magnesio y pruebas para evaluar las funciones hepática y renal. El análisis de orina ayuda a determinar y cuantificar un posible consumo de drogas que no haya sido notificado, porque puede ser el desencadenante de la crisis. A veces se repite el electroencefalograma, porque al realizarlo por segunda e incluso por tercera vez se puede detectar actividad convulsiva y, a veces, contribuir a identificar el tipo de crisis. Esta información puede haberse pasado por alto la primera vez que se realizó la prueba.
Si el diagnóstico todavía es incierto se realizan pruebas especializadas, como el control con videoelectroencefalograma, en un centro especializado en epilepsia. Para el control con videoelectroencefalograma, la persona afectada debe permanecer hospitalizada de 2 a 7 días, y el EEG se lleva a cabo mientras se la filma en vídeo.
Si la persona está tomando fármacos anticonvulsivos, estos se suspenden para incrementar la posibilidad de una crisis. Si este se produce, se compara el registro del electroencefalograma con la grabación en vídeo de la crisis. De este modo se consigue identificar el tipo de crisis y el área del cerebro donde comenzó.
¿Qué es epilepsia colores?
La epilepsia fotosensible se define como una condición genética por la cual una persona sufre convulsiones provocadas debido a patrones contrastantes de luz y oscuridad o por luces intermitentes como, por ejemplo, derivados por la luz solar, el televisor, los videojuegos o las luces de las discotecas, entre otros.
¿Cuánto dura el aura de la epilepsia?
Generalidades – Aura es el término que se utiliza para describir los síntomas que pueden presentarse antes de una convulsión. El aura puede incluir:
Cambios visuales. Los ejemplos incluyen:
Luces brillantes. Líneas en zigzag. Puntos que se multiplican lentamente. Distorsiones en el tamaño o la forma de los objetos. Puntos oscuros o ciegos en el campo visual.
Escuchar voces o sonidos que no están ahí (alucinaciones auditivas). Olores extraños (alucinaciones olfativas). Sensaciones de entumecimiento u hormigueo en un lado de la cara o del cuerpo. Sentirse separado de su cuerpo. Ansiedad o miedo. Náuseas.
Un aura frecuentemente es la primera señal de que usted va a tener una convulsión. Usted podría tener un aura de varios segundos hasta 60 minutos antes de una convulsión. La mayoría de las personas que tienen auras tienen el mismo tipo de aura cada vez que tienen una convulsión.
Revisado: 25 agosto, 2022 Autor: El personal de Healthwise Evaluación médica: William H. Blahd Jr. MD, FACEP – Medicina de emergencia & Adam Husney MD – Medicina familiar & Kathleen Romito MD – Medicina familiar Esta información no reemplaza el consejo de un médico. Healthwise, Incorporated, niega toda garantía y responsabilidad por el uso de esta información.
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¿Qué provoca el aura?
Causas – Existe evidencia de que la migraña con aura se debe a una onda eléctrica o química que se mueve a través del cerebro. La parte del cerebro donde se trasmite la onda eléctrica o química determina el tipo de síntomas que puedes experimentar. Esta onda eléctrica o química puede ocurrir en áreas que procesan señales de los sentidos, centros del habla o centros que controlan el movimiento.
¿Cómo comienza aura?
Las migrañas son provocadas por cambios en el sistema nervioso. Las migrañas pueden progresar a través de cuatro etapas: pródromo, aura, ataque y posdromo. No todas las personas experimentan todas las etapas. Entre el 40 % y el 60 % de las personas con migrañas experimentan la fase de pródromo, que son cambios sutiles uno o dos días antes del ataque.
Esto puede incluir estreñimiento, depresión, diarrea, somnolencia, antojos de comida, o hiperactividad e irritabilidad. También es posible que no notes ningún síntoma. Alrededor del 20 % de las personas con migrañas experimentan un signo de advertencia de migraña más distintivo en una segunda fase, llamada aura de la migraña.
Las auras suelen ser visuales, pero también pueden ser trastornos sensoriales, motores o verbales. Las auras visuales son las más comunes. Un aura visual es como una onda eléctrica o química que se mueve a través de la corteza visual de tu cerebro. La corteza visual es la parte del cerebro que procesa las señales visuales.
- A medida que la onda se propaga, podrías tener alucinaciones visuales.
- El aura visual más conocida se llama espectro de fortificación porque su patrón se asemeja a las murallas de un fuerte medieval.
- Puede comenzar como un pequeño agujero de luz, a veces con líneas y formas geométricas brillantes en tu campo visual.
Esta aura visual puede expandirse hasta convertirse en un objeto en forma de hoz o de C, con líneas en zigzag en el borde exterior. A medida que se mueve, puede parecer que crece. Las auras no son iguales para todas las personas, por lo que también puedes ver puntos brillantes o destellos.
Las auras a veces van acompañadas de una pérdida parcial de la visión denominada escotoma. Las auras comúnmente duran de 10 a 30 minutos. También es común tener un aura sensorial. Puede ocurrir al mismo tiempo que el aura visual, directamente después de esta o por sí sola. Un aura sensorial comienza como un hormigueo en una extremidad o una sensación de entumecimiento que te recorre el brazo durante 10 a 20 minutos.
La sensación puede extenderse a un lado del rostro y de la lengua. Hay otro tipo de aura que causa problemas transitorios del habla o del lenguaje, lo que se conoce como aura disfásica. En las auras más raras, las extremidades y a veces el rostro de un lado del cuerpo pueden debilitarse; esto se conoce como migraña hemipléjica.
¿Que ven las personas que ven el aura?
ARTIGOS La “visión del aura” como experiencia alucinatoria en individuos no-clinicos The aura experience as cognitive perceptual schizotypy in non-clinical population Alejandro Parra * Universidad Abierta Interamericana Dirección para correspondencia RESUMO Individuos que dicen ver el aura/energía en forma espontánea también tienden a tener un nivel más elevado de actividad imaginativa/fantaseosa o de propensidad a la fantasía.
Hay indicadores que muestran que quienes experimentan alta capacidad de absorción, usualmente experimentan también diversas formas parasomáticas, alucinaciones táctiles, y sensaciones de energías sutiles, asi como también ideación esquizotípica, error perceptual, y mayor sinestesia. El objetivo es correlacionar puntajes de absorción psicológica, disociación, propensidad a la fantasía, intensidad de la imaginería, y tendencia a la esquizotipia en individuos que dicen ver el aura (N=83) en comparación con un grupo sin experiencias (N=503).
La muestra incluyó 678 estudiantes de psicología de ambos sexos, 449 (76,5%) mujeres y 139 (23,5%) varones, cuya rango etario es de 17 y 57 años (Media=25,54; SD=7,22) residentes en la Ciudad de Buenos Aires y alrededores. Ningun estudiante recibió compensación económica.
Respecto a la experiencia de ver el aura, se formuló la pregunta de la siguiente manera: “¿Ha tenido alguna experiencia usted es capaz de ver campos de energia o luces alrededor del cuerpo de una persona? (si duda, por favor, responda no)”, Si la respuesta es afirmativa, la pregunta también mapea tres dimensiones de la experiencia: frecuencia de la experiencia, explicación subjetiva (racional, desconocida y paranormal) de la experiencia, y positivo o negativo impacto (emocional) en una escala Likert, siendo 1 positivo y 7 negativo.
Los resultados muestran mayor nivel de esquizotipia cognitivo perceptual en comparación con quienes no tienen la experiencia. Posiblemente, estas personas tienen mucha más intensa vida imaginativa. Esta experiencia no necesariamente posee un significado psicopatológico para el individuo; quienes ven el aura simplemente podrían ser sensibles a las experiencias perceptuales anómalas.
- Palavras-chave: Aura, Propensidad a la fantasía, Absorción, Formas parasomáticas, Imaginería.
- ABSTRACT Individuals who claim being able to spontaneously see the “aura” or energy field of a person, also tend to exhibit elevated levels of imaginative processing or fantasy proneness.
- There are some indications that those who have a high capacity for absorption usually also experience different parasomatic shapes, tactile hallucinations and sensations of subtle energies, as well as schizotypical ideation, perceptual error and increased synesthesia.
The objective is to calculate the correlations of psychological absorption scores, dissociation, fantasy proneness, intensity of imagination and the schizotypical tendency of people who claim to see auras (N=83), in comparison to a group of people lacking these experiences (N=503).
- The results indicate a higher level of cognitive perceptual schizotypy than for those who do not have this experience.
- Possibly, these people have a much more intense imaginative life.
- This does not necessarily have any psychopathological implications for the individual; people who see auras might simply be sensitive to anomalous perceptual experiences.
Keywords: Aura, Fantasy prone, Absorption, Parasomatics, Imagery. Introducción La visión de aura ha estado tradicionalmente relacionada con el cuerpo etéreo sutil y sirve como una medida del estado de salud del cuerpo (Alfred, 2006). De acuerdo con las tradiciones occidentales, se cree que cada color del aura tiene un significado preciso que indiciaría un estado emocional específico (Leadbeater, 1902; Stanford, 1978; Swami Panchadasi, 1916).
- Algunos representantes de la Nueva Era identifican al aura, que presumiblemente ha sido demostrada mediante las fotografía Kirlian, como un campo electromagnético que rodea a todos los seres vivos y a otros objetos inanimados (Krippner & Rubin, 1974; Lindgren, 1995a, 1995b; Moss, 1979).
- Si bien el fenómeno del aura tiene una larga tradición en campos tales como la religión y el ocultismo, es controvertido determinar si los humanos pueden o no ver estos campos – tal vez como colores – a simple vista (Alvarado, 1987; Baltz & Lindgren, 1997; Montandon, 1927, Perera Molina, 1981; Regush, 1977; Spence, 1920).
Se pueden encontrar antecedentes de la observación del aura en una variedad de contextos, tanto en el campo de la hipnosis a veces el hipnotizado dice ver un un “fluído luminoso en los ojos y rodeando los dedos, la nariz, y las orejas del magnetizador” (Rochas, 1904; Kilner, 1965) hasta los relatos anecdóticos de diversos efectos luminosos en torno a místicos y santos (Alvarado, 1987; Zolla, 1994; Garrett, 1939; Karagulla, 1967).
- Butler (1978) clasificó el aura en dos tipos: etérico y espiritual.
- Bruce (2000) clasificó el aura en tres: etérico, central y espiritual.
- Las tradiciones ocultistas postulan que la existencia de los cuerpos y energías sutiles desconocidas para la ciencia pero supuestamente percibidos por medios extrasensoriales (por ej., Leadbeater, 1902; Schwartz, 1980; para revisiones ver Bigu, 1976; Tart, 1972).
Muchas observaciones anecdóticas sugieren que la “lectura del aura” puede ser relevante para el diagnósticos no convencionales, quizá sirviendo como un vehículo imaginario para la expresión (por ej., Karagulla, 1967) inaccesible a la conciencia. La experiencia de ver el aura también parece estar asociada al desarrollo de la sensibilidad psíquica después de las experiencias cercanas a la muerte (Greyson, 1983) así como también estar correlacionada con otros eventos paranormales, como percibir apariciones y tener experiencias fuera del cuerpo (Kohr, 1980; Palmer, 1979; Swann, 1975, pp.21 22).
- La visión del aura también se ha relacionado con la investigación de presuntas radiaciones humanas en la historia de la investigación psíquica, como la búsqueda del un “fluido mesmérico” y la “fueza ódica” (Montandon, 1927; Sudre, 1975; Ungaro, 1992).
- Sin embargo, las ilusiones perceptuales, los efectos de pos-imágenes, los efectos de contraste, o los fenómenos entópicos (la percepción de los spot o “emisiones” en la línea de visión, por la cual el individuo que la experimenta no tiene una explicación física) también se han presentado como una forma de explicar el efecto del aura (por ej., Dale 1961; Dale, Anderson & Wyman, 1978; Fraser Harris, 1932; Nash, 1986; Neher, 1980; Owen & Morgan, 1974; Rawcliffe, 1952).
Se han publicado muy pocos estudios sobre la experiencia de ver el aura asociada a variables psicológicas. En su mayoría tratan la fenomenología de la visión del aura. Por ejemplo, algunas encuestas mostraron la incidencia de esta experiencia en diferentes muestras.
- En estudios que han empleado muestras aleatorias, los porcentajes oscilan entre 0% a 7% (ver, Alvarado & Zingrone, 1994; Haraldsson, Gudmundsdottir, Ragnarsson & Jonsson, 1977; Palmer, 1979), pero en los grupos no aleatorios la incidencia del fenómeno fue algo más elevada, entre el 9% y 48%.
- Individuos que dicen ver el aura/energía en forma espontánea tienden a tener un nivel más elevado de actividad imaginativa/fantaseosa o propensidad a la fantasía.
Esta hipótesis es coherente con la perspectiva de Wilson y Barber (1982), Blackmore (1978) y Siegel (1980) según la cual estas percepciones ocurren en el contexto de una fantasía alucinatoria que puede ser más fácilmente producida por individuos fantaseadores.
Durante estos episodios, están completamente absortos en la experiencia (Tellegen, 1981). Parece haber, de hecho, una asociación entre los rasgos de suceptibilidad hipnótica y la apertura a la experiencia a causa de que los individuos involucrados en sus propios procesos mentales pueden estar más abiertos a ver aura o a tener otras experiencias psíquicas.
Cuando se compara a estos individuos con quienes no la experimentan, estos individuos tienen mayor capacidad de absorción psicológica (Glicksohn, 1990; Irwin, 1985; Myers, Austrin, Grisso & Nickeson, 1983). Además, hay indicadores de que quienes experimentan alta capacidad de absorción, usualmente experimentan también diversas formas parasomáticas, alucinaciones táctiles, y sensaciones de energías sutiles (Irwin, 1985), y ocurren en el contexto de prácticas de meditación (Palmer & Liberman, 1976).
- La propensidad a la fantasía parece ser un factor discriminante entre quienes ven el aura y quienes no (Myers & cols., 1983; Wilson & Barber, 1982).
- Una persona no necesita estar confundida o delirar para tener alucinaciones (Siegel, 1980; Slade, 1976; Slade & Bentall, 1988).
- No hay estudios en los cuales se haya investigado la relación entre ver el aura y los rasgos esquizotípicos, sin embargo, se puedo suponer que quienes puntúan significativamente alto en ideación esquizotípica, error perceptual, ideación mágica, y sinestesia en comparación con un grupo control, también indiquen tener experiencias de ver el aura.
En tal sentido, la esquizotípia debería ser concebida como una dimensión de la personalidad distribuida continuamente en la población normal, cuya definición es que las personas en los extremos de la curva de distribución tienen una elevado grado de suceptibilidad a episodios psicóticos.
- La dimensión de personalidad esquizotípica puede estar correlacionada con una amplia variedad de otros fenomenos, además de las psicosis.
- En particular, hay buenos fundamentos para relacionar la esquizotipia con la creatividad (Claridge, Prior & Watkins, 1989).
- Por estas razones, creo que la visión del aura es parte de la experiencia humana y como tal merece ser estudiada en función de relacionarla con sus posibles componentes psicológicos y paranormales.
Mi perspectiva es coherente con el planteo de Palmer (1979) y Alvarado y Zingrone (1997, 1999) acerca de la importancia de distinguir modelos convencionales de explicación de lo paranormal en parapsicología. Asi también, la necesidad de considerar los aspectos experimentales de psi como parte de la investigación parapsicológica sin necesariamente focalizar los modelos explicativos paranormales (Schouten, 1986; White, 1990).
Parafraseando a Irwin (2004, p.10), “la experiencia humana incluye un amplio rango de diferentes dimensiones de los cuales hay muchos aspectos que deben ser estudiados además de su ostensible paranormalidad.” Poco se conoce acerca de los factores psicológicos y los procesos que subyacen a la visión del aura, pero hay indicadores, en la literatura psicológica, parapsicológica y psiquiátrica, de que hay variables cognitivas (mentales) que merecen ser estudiadas.
Hipótesis Este informe estudiará un número de estilos cognitivos (variables) tales como la absorción psicológica, las tendencias disociativas, la propensidad a la fantasía, la intensidad de la imaginería (particularmente asociadas a la ver el aura, por ej., las modalidades visual y táctil), la propensidad a alucinar (visual y táctil), y el estilo de personalidad propensa a la esquizotipia.
Se ponen a prueba cuatro hipótesis específicas: que los estudiantes que ven el aura puntuarán más alto en (1) absorción, disociación, y propensidad a la fantasía, (2) intensidad de la imaginería, (3) propensidad a alucinar, (4) y esquizotipia cognitivo-perceptual en comparación con quienes no tienen la experiencia.
Método Participantes La muestra incluyó 678 estudiantes de psicología de ambos sexos, 449 (76,5%) mujeres y 139 (23,5%) varones, cuya rango etario es de 17 y 57 años (Media=25,54; SD=7,22) residentes en la Ciudad de Buenos Aires y alrededores. Ningun estudiante recibió compensación económica.
Instrumentos Los estudiantes completaron seis escalas, cinco de éstas de experiencias perceptuales: 1) la Escala de Imaginería (QMI, Sheehan, 1967; Richardson, 1990; alfa de Cronbach=0,77) que mide la intensidad de la imaginería en 35 items de una escala Likert 1-7, siendo 1 alta imaginería y 7 baja imaginería, en siete modalidades sensoriales (sólo dos se usaron: visual, por ej.
“El sol poniéndose en el horizonte”, y cinética, por ej. “Alcanzar un estante alto”); 2) el Cuestionario de Alucinaciones (CEA, Parra, Adróver y González, 2006; alfa de Cronbach=0,93) que mide la propensidad a alucinar en seis modalidades sensoriales de 38 items con una escala Likert 0-5, siendo 1 rara vez a 5 frecuentemente (sólo dos se usaron: visual, por ej.
“He visto sombras, o figuras humanas o no-humanas cerca de mi cama, yo las he visto claramente y veo lo que hacen” y táctiles, por ej. “He tenido la experiencia de sentir una palmada en mi hombro, o cualquier otra sensación vívida de contacto físico de otra persona detrás mío, pero cuando me doy vuelta no veo a nadie”); 3) la Escala de Experiencias Disociativas (Bernstein y Putman, 1993; alfa de Cronbach=0,91) una escala que mide una variedad de tendencias disociativas en tres factores: amnesia, despersonalización y desrealización en 28 items en una escala Likert 0-10 (por ej.
“Algunas personas tienen la experiencia de conducir o estar viajando en un coche, colectivo, o subte y de repente se dan cuenta que no recuerdan lo que pasó durante todo o parte del viaje”); 4) el Cuestionario de Experiencias Creativas (CEQ, alfa de Cronbach=0,89, Merckelbach, Horselenberg y Muris, 2001) que mide la propensidad a la fantasía, especialmente la tendencia a fantasear en la niñez, en 25 ítems de respuesta verdadero/falso (por ej., “Cuando veo escenas de violencia por televisión, me siento tan involucrado en éstas que me provoca mucha inquietud”); 5) la Escala de Absorción de Tellegen (TAS, alfa de Cronbach=0,91) (Tellegen & Atkinson, 1974) que mide la frecuencia con que una persona se involucra en actividades que exigen atención y concentración en 34 ítems de respuesta verdadero/falso (por ej.
- Cuando escucho música de órgano u otra música imponente a veces siento como si me estuvieran levantando en el aire”).
- Una medida tri-factorial de rasgos de personalidad utilizada fue el Cuestionario de Personalidad Esquizotípica (SPQ, alfa de Cronbach=0,91) (Raine, 1991; Raine, 1992, Raine & Baker, 1992; Raine & Benishay, 1995) que mide tres factores de esquizotipia en 74 ítems de respuesta dicotómica si/no (por ej.
factor Cognitivo perceptual “¿Alguna vez ha visto cosas que para los demás son invisibles?” o “¿Son sus pensamientos a veces tan fuertes que usted casi podría escucharlos?”, Interpersonal “Tengo poco interés en conocer a otras personas” o “Soy muy pobre al expresar mis verdaderos sentimientos por el modo en el que hablo y miro”, y Desorganizado “Otras personas me ven como desatento o excentrico” o “A veces utilizo palabras de un modo inusual”).
En general, un valor alfa de Cronbach de 0,60 es una medida aceptable de confiabilidad (Grady & Wallston, 1988; Kim & Mueller, 1978). Las medidas de alfa corresponden a la versión en español de cada escala. Respecto a la experiencia de ver el aura, se formuló la pregunta de la siguiente manera: “¿Ha tenido alguna experiencia usted es capaz de ver campos de energia o luces alrededor del cuerpo de una persona? (si duda, por favor, responda no)”,
Si la respuesta es afirmativa, la pregunta también mapea tres dimensiones de la experiencia: frecuencia de la experiencia, explicación subjetiva (racional, desconocida y paranormal) de la experiencia, y positivo o negativo impacto (emocional) en una escala Likert, siendo 1 positivo y 7 negativo.
- Procedimiento Aplicamos una técnica de muestreo no-probabilística para obtener el mayor número de casos para analizar.
- El set de tests autoadministrables fue entregado en un sobre A4 a cada estudiante, en forma contrabalanceada, durante una clase de la cursada teórica.
- El tiempo promedio para completar los cuestionarios fue de 50 minutos.
Los estudiantes recibieron una vaga información del objeto de estudio y se los invitó a participar voluntaria y anónimamente completando los tests, en una única sesión, en días y horarios previamente pactados con los docentes. El orden de administración de ambas pruebas fue contrabalanceado y los cuestionarios de alucinaciones se presentaron bajo el pseudo-título de Cuestionario de Experiencias Psicológicas, con lo cual se evitó sesgar las respuestas.
Los análisis fueron procesados mediante el SPSS 11.5 (en español) y los análisis estadísticos fueron evaluados a dos colas. Resultados En base a las respuestas obtenidas para a pregunta de ver el aura se conformaron dos grupos: Grupo aura: Para agrupar a quienes tenían la experiencia de ver el aura o “experientes” se convirtieron las respuestas 1 (rara vez), 2 (ocasionalmente), 3 (a menudo) y 4 (muy frecuentemente) a un valor (1).
Grupo “control” (no aura): Para agrupar a quienes no tuvieron EFC los (“no experientes”) se convirtió la respuesta “Nunca” a un valor (0). Resultado de las hipótesis Absorción, Disociación, y Propensidad a la Fantasía: La Hipótesis 1 era que los estudiantes con experiencias puntuarían más alto en Absorción (medido con el TAS) que quienes no la tuvieron, Propensidad a la fantasía (medido con el CEQ), y Disociación (medido con el DES), la cual se confirmó: quienes tienen la experiencia puntuaron significativamente más alto (TAS z=2.77, p<0,01, a dos colas; DES z=2,67, p<0,01, a dos colas; CEQ z=4,24, p<0,001, a dos colas) que quienes no la tuvieron (ver Tabla 2). Intensidad de la Imaginería. La Hipótesis 2 era que los estudiantes con experiencias puntuarían más alto en Imaginería visual e Imaginería kinética (medidos con el BIS) que quienes no la tuvieron, pero esta hipótesis no se confirmó para ninguna modalidad sensorial (ver Tabla 2). Propensidad a alucinar. La Hipótesis 3 era que los estudiantes con experiencias puntuarían más alto en propensidad a alucinar (medidos con el CEA) que quienes no tuvieron la experiencia, la cual se confirmó: quienes tienen la experiencia puntuaron significativamente más alto (Visual z=2,75, p<0,05, a dos colas, y Táctil z=3,79, p<0,001, a dos colas) que quienes no la tuvieron (ver Tabla 2). Personalidad esquizotípica. La Hipótesis 4 era que los estudiantes con experiencias puntuarían más alto en el factor de esquizotipia cognitivo-perceptual (medidos con el SPQ) que quienes no la tuvieron, la cual se confirmó (z=4,50, p<0,001, a dos colas) (ver Tabla 2). Para explorar la diferencia de géneros, se dividió en masculino/femenino y experientes/no-experientes, y se examinó el número de individuos que obtuvo puntuaciones sobre o por encima de la media, utilizando el test de probabilidad exacta de Fisher. El análisis de la frecuencia de las medidas psicológicas para los hombres en comparación con las mujeres no fue significativo en conjunto, así como también los experientes en comparación con los no-experientes examinados por separado. La diferencia entre ambos grupos no fue significativa. En otras palabras, no se encontró evidencia en cuanto a la diferencia por género en el conjunto de datos. Análisis de regresión logística ¿Cuál de las diez variables discriminan mejor entre el grupo con experiencia y quienes no tuvieron la experiencia? Se llevó a cabo un análisis de regresión logística binaria para buscar el principal predictor. Parcialmente debido a un problema de colinealidad, después de verificar los requerimientos de la técnica, se llevó a cabo un análisis por el método de pasos hacia delante de Wald. Para reducir la colinealidad, se excluyeron del análisis de regresión algunas variables. De una muestra de 563 participantes que reunían las condiciones, los resultados del mejor modelo (Paso 2) mostró que Alucinación visual era el mejor predictor para la experiencia de ver el aura (si/no), y en segundo orden Esquizotipia cognitivo-perceptual como predictora, pero ambas en un grado débil. Esto sugiere que la Esquizotipia cognitivo-perceptual puede estar por debajo de la diferencia entre ambos grupos. De los dos predictores, solamente Alucinación visual tuvo una Beta levemente significativa (0,18); mientras que el resto de las variables no resultaron predictoras. Sin embargo, la ver el aura parece ser una variable continua en el sentido de que la experiencia puede ocurrir más de una vez. Un análisis de la frecuencia de impacto (positivo) emocional (Media=2,44; SD=1,47, siendo 1 positiva a 7 negativa) no resultó significativa. Discusión Este estudio examinó las diferencias entre aquellos que dicen ver el aura en comparación con aquellos que no la tienen en base a diferentes medidas cognitivas y de personalidad. Los resultados mostraron mayor nivel de esquizotipia cognitivo perceptual, absorción psicológica, tendencias disociativas, propensión a la fantasía, y alucinación visual y táctil, en comparación con quienes no tienen la experiencia de ver el aura. Posiblemente, quienes ven el aura son personas que tienen mucha más intensa vida imaginativa (Kohr, 1980; Myers, Austrin, Grisso & Nickeson, 1983; Wilson & Barber, 1983; Palmer, 1979). Tal descubrimiento sugiere que la visión del aura está relacionada con el proceso cognitivo-perceptual anómalo, la propensión a la fantasía y la alucinación visual. Para Healy (1984), la percepción del aura y otros fenómenos como la sensibilidad de quien la experimenta es debido a los límites permeables del yo. Esta sensibilidad podría estar relacionada con la absorción o la disociación. Marks y McKellar (1982) sugieren que la percepción del aura está asociada a alguna forma de imaginería eidética, la cual esta tiene un fundamento experimental utilizando tests basados en dibujos y diagramas, como los empleados por Matsuoka, Onizawa, Hatakeyama y Yamaguchi (1987). Se ha estudiado el efecto de persistencia de imagenes - mediante flashes de luz a los ojos de los pariticipantes - en relación a la suceptibilidad hipnótica y las habilidades visoespaciales (Atkinson & Crawford, 1992). El resultado de este estudio también sugiere que el modelo de propensidad a la fantasía, que se cree subyace los prcesos alucinatorios como la absorción y la propensidad a la fantasía, estarían asociados con la experiencia de ver el aura. Finalmente, también podemos concluir que una constelación de factores interrelacionados constituyen el constructo de la "personalidad propensa a la fantasía" (Wilson & Barber, 1983), la cual predispone psicológicamente a la experiencia de ver el aura. Este tipo de experiencia también tiene implicaciones clínicas. Muchos terapeutas todavía consideran a estos pacientes (u otras experiencias asociadas a lo paranormal) como una enfermedad mental o un auto-engaño. Por esta razón, las personas propensas a fantasear, temen al ridículo y no le cuentan a nadie acerca de sus experiencias (Gómez Montanelli & Parra, 2003, 2005; Tart, 1983a, 1983b, 1984). Pero esta experiencia no necesariamente posee un significado psicopatológico para el individuo, por lo cual no se debe concluir que la experiencia de ver el aura es patologica per se, no obstante un modelo disociacional sea necessario para dar cuenta de la habilidad cognitiva que presumiblemente subyace al estados de conciencia que pueden ser conducente a una variedad de experiencias perceptuales anómalas. Quienes ven el aura simplemente podrían ser sensibles a las experiencias perceptuales anómalas, pero a su vez, la disociación y absorción parecen estar presentes en la predisposición personal para tener la experiencia. Un modelo teórico posible que surge de los resultados es el de la "esquizotipia feliz" (McCreery & Claridge, 1995). El término alucinación aun tiene connotación peyorativa debido a que está asociado casi exclusivamente a la enfermedad mental o a estados anormales. Es interesante que algunos individuos pueden indicar efectos benéficos de la experiencia de ver el aura, por ejemplo, como que sirve como un medio visual del estado de la salud física y anímica, sanar a otros, o para mejorar la capacidad de ver el aura (Brennan, 1988). Si este es el caso, los individuos que tienen la experiencia de ver el aura deberían tambien experimentar desvios de otros mapas cognitivos, como las que presumiblemente subyacen en las experiencias de despersonalización. Esta idea surge a partir de los estudios que han encontrado una relación positiva entre las anomalías perceptuales (como la sinestecia) y una variedad de experiencias alucinatorias y de distorción perceptual. Referencias Alfred, J. (2006). Our invisible bodies: Scientific evidence for subtle bodies, Fairford, UK: Trafford. Alvarado, C.S. (1994). Individual differences in aura vision: Relationship to visual imagery and imaginative-fantasy experiences. European Journal of Parapsychology, 10, 1-30. 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¿Qué tipo de auras existen?
Qué es el aura y cuáles son sus colores – El aura. Energía vital. Área sobre la que se apoya el cuerpo. En cualquier situación./Shutterstock. Para entender mejor el concepto de aura, tenemos que saber qué es la Bioenergía y donde ubicamos al aura, Bioenergía es la ciencia que estudia el ser como totalidad, lleno de energía que fluye, y está en continuo movimiento y transformación.
- Nuestro cuerpo no es sólo un cuerpo físico sino que, en realidad, estamos conformados por diferentes planos: el físico, el energético, el emocional, el mental y el espiritual.
- El que tiene que ver con el aura es el plano energético,
- Marcela Maceratesi, especialista en terapias energéticas, explica: “Este plano o cuerpo es pura energía, es energía sutil, muy sutil.
Tiene la misma forma que el cuerpo físico pero es el molde donde se apoya el cuerpo físico. Su función es dar energía vital. El aura es el campo de energía que nos rodea, que rodea a toda materia. Por lo tanto el aura es el plano energético, el campo de energía que nos rodea constantemente”. El aura está también en la naturaleza. Foto de la NASA de la tierra con el aura del agujero de ozono. No sólo los seres humanos tenemos aura, también la tienen los animales, los árboles, las plantas, los cristales, las piedras El aura tiene propiedades que se comparten con todas las auras (color, luminosidad, forma, claridad) y otras que son propias de cada uno de nosotros (vibración y frecuencia).
- Estas últimas tienen su propia frecuencia de vibración.
- Es decir: cada persona tiene su propia característica energética.
- Para que sea más claro -agrega Maceratesi- pensemos en el siguiente ejemplo: cuando estamos en casa o vamos de visita frecuentemente a algún lugar, generalmente nos sentamos en la misma silla, ya que queda impregnada allí nuestra energía.
También, cuando vamos a dormir a una casa que no es la nuestra, nos cuesta conciliar el sueño, ya que nuestra energía está en nuestra cama y no allí.” En el Aura se encuentran los chakras que también son centros energéticos. Los chakras son siete y están en diferentes zonas del cuerpo: base de la columna, zona de órganos sexuales, plexo solar, corazón, garganta, frente y base de la cabeza. El color del aura depende de los chakras y de cómo estemos./ Thinkstock Photos. Los chakras emiten energía según cómo nos encontremos, saludables o enfermos, contentos o tristes, enojados o agradecidos y ese estado se traduce en el color de nuestra aura, Los colores del aura pueden ser rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo, violeta, rosa, dorado, gris, blanco, marrón, negro o plateado.
¿Cómo se siente el aura de una persona?
ARTIGOS La “visión del aura” como experiencia alucinatoria en individuos no-clinicos The aura experience as cognitive perceptual schizotypy in non-clinical population Alejandro Parra * Universidad Abierta Interamericana Dirección para correspondencia RESUMO Individuos que dicen ver el aura/energía en forma espontánea también tienden a tener un nivel más elevado de actividad imaginativa/fantaseosa o de propensidad a la fantasía.
- Hay indicadores que muestran que quienes experimentan alta capacidad de absorción, usualmente experimentan también diversas formas parasomáticas, alucinaciones táctiles, y sensaciones de energías sutiles, asi como también ideación esquizotípica, error perceptual, y mayor sinestesia.
- El objetivo es correlacionar puntajes de absorción psicológica, disociación, propensidad a la fantasía, intensidad de la imaginería, y tendencia a la esquizotipia en individuos que dicen ver el aura (N=83) en comparación con un grupo sin experiencias (N=503).
La muestra incluyó 678 estudiantes de psicología de ambos sexos, 449 (76,5%) mujeres y 139 (23,5%) varones, cuya rango etario es de 17 y 57 años (Media=25,54; SD=7,22) residentes en la Ciudad de Buenos Aires y alrededores. Ningun estudiante recibió compensación económica.
- Respecto a la experiencia de ver el aura, se formuló la pregunta de la siguiente manera: “¿Ha tenido alguna experiencia usted es capaz de ver campos de energia o luces alrededor del cuerpo de una persona? (si duda, por favor, responda no)”,
- Si la respuesta es afirmativa, la pregunta también mapea tres dimensiones de la experiencia: frecuencia de la experiencia, explicación subjetiva (racional, desconocida y paranormal) de la experiencia, y positivo o negativo impacto (emocional) en una escala Likert, siendo 1 positivo y 7 negativo.
Los resultados muestran mayor nivel de esquizotipia cognitivo perceptual en comparación con quienes no tienen la experiencia. Posiblemente, estas personas tienen mucha más intensa vida imaginativa. Esta experiencia no necesariamente posee un significado psicopatológico para el individuo; quienes ven el aura simplemente podrían ser sensibles a las experiencias perceptuales anómalas.
Palavras-chave: Aura, Propensidad a la fantasía, Absorción, Formas parasomáticas, Imaginería. ABSTRACT Individuals who claim being able to spontaneously see the “aura” or energy field of a person, also tend to exhibit elevated levels of imaginative processing or fantasy proneness. There are some indications that those who have a high capacity for absorption usually also experience different parasomatic shapes, tactile hallucinations and sensations of subtle energies, as well as schizotypical ideation, perceptual error and increased synesthesia.
The objective is to calculate the correlations of psychological absorption scores, dissociation, fantasy proneness, intensity of imagination and the schizotypical tendency of people who claim to see auras (N=83), in comparison to a group of people lacking these experiences (N=503).
- The results indicate a higher level of cognitive perceptual schizotypy than for those who do not have this experience.
- Possibly, these people have a much more intense imaginative life.
- This does not necessarily have any psychopathological implications for the individual; people who see auras might simply be sensitive to anomalous perceptual experiences.
Keywords: Aura, Fantasy prone, Absorption, Parasomatics, Imagery. Introducción La visión de aura ha estado tradicionalmente relacionada con el cuerpo etéreo sutil y sirve como una medida del estado de salud del cuerpo (Alfred, 2006). De acuerdo con las tradiciones occidentales, se cree que cada color del aura tiene un significado preciso que indiciaría un estado emocional específico (Leadbeater, 1902; Stanford, 1978; Swami Panchadasi, 1916).
- Algunos representantes de la Nueva Era identifican al aura, que presumiblemente ha sido demostrada mediante las fotografía Kirlian, como un campo electromagnético que rodea a todos los seres vivos y a otros objetos inanimados (Krippner & Rubin, 1974; Lindgren, 1995a, 1995b; Moss, 1979).
- Si bien el fenómeno del aura tiene una larga tradición en campos tales como la religión y el ocultismo, es controvertido determinar si los humanos pueden o no ver estos campos – tal vez como colores – a simple vista (Alvarado, 1987; Baltz & Lindgren, 1997; Montandon, 1927, Perera Molina, 1981; Regush, 1977; Spence, 1920).
Se pueden encontrar antecedentes de la observación del aura en una variedad de contextos, tanto en el campo de la hipnosis a veces el hipnotizado dice ver un un “fluído luminoso en los ojos y rodeando los dedos, la nariz, y las orejas del magnetizador” (Rochas, 1904; Kilner, 1965) hasta los relatos anecdóticos de diversos efectos luminosos en torno a místicos y santos (Alvarado, 1987; Zolla, 1994; Garrett, 1939; Karagulla, 1967).
- Butler (1978) clasificó el aura en dos tipos: etérico y espiritual.
- Bruce (2000) clasificó el aura en tres: etérico, central y espiritual.
- Las tradiciones ocultistas postulan que la existencia de los cuerpos y energías sutiles desconocidas para la ciencia pero supuestamente percibidos por medios extrasensoriales (por ej., Leadbeater, 1902; Schwartz, 1980; para revisiones ver Bigu, 1976; Tart, 1972).
Muchas observaciones anecdóticas sugieren que la “lectura del aura” puede ser relevante para el diagnósticos no convencionales, quizá sirviendo como un vehículo imaginario para la expresión (por ej., Karagulla, 1967) inaccesible a la conciencia. La experiencia de ver el aura también parece estar asociada al desarrollo de la sensibilidad psíquica después de las experiencias cercanas a la muerte (Greyson, 1983) así como también estar correlacionada con otros eventos paranormales, como percibir apariciones y tener experiencias fuera del cuerpo (Kohr, 1980; Palmer, 1979; Swann, 1975, pp.21 22).
La visión del aura también se ha relacionado con la investigación de presuntas radiaciones humanas en la historia de la investigación psíquica, como la búsqueda del un “fluido mesmérico” y la “fueza ódica” (Montandon, 1927; Sudre, 1975; Ungaro, 1992). Sin embargo, las ilusiones perceptuales, los efectos de pos-imágenes, los efectos de contraste, o los fenómenos entópicos (la percepción de los spot o “emisiones” en la línea de visión, por la cual el individuo que la experimenta no tiene una explicación física) también se han presentado como una forma de explicar el efecto del aura (por ej., Dale 1961; Dale, Anderson & Wyman, 1978; Fraser Harris, 1932; Nash, 1986; Neher, 1980; Owen & Morgan, 1974; Rawcliffe, 1952).
Se han publicado muy pocos estudios sobre la experiencia de ver el aura asociada a variables psicológicas. En su mayoría tratan la fenomenología de la visión del aura. Por ejemplo, algunas encuestas mostraron la incidencia de esta experiencia en diferentes muestras.
En estudios que han empleado muestras aleatorias, los porcentajes oscilan entre 0% a 7% (ver, Alvarado & Zingrone, 1994; Haraldsson, Gudmundsdottir, Ragnarsson & Jonsson, 1977; Palmer, 1979), pero en los grupos no aleatorios la incidencia del fenómeno fue algo más elevada, entre el 9% y 48%. Individuos que dicen ver el aura/energía en forma espontánea tienden a tener un nivel más elevado de actividad imaginativa/fantaseosa o propensidad a la fantasía.
Esta hipótesis es coherente con la perspectiva de Wilson y Barber (1982), Blackmore (1978) y Siegel (1980) según la cual estas percepciones ocurren en el contexto de una fantasía alucinatoria que puede ser más fácilmente producida por individuos fantaseadores.
- Durante estos episodios, están completamente absortos en la experiencia (Tellegen, 1981).
- Parece haber, de hecho, una asociación entre los rasgos de suceptibilidad hipnótica y la apertura a la experiencia a causa de que los individuos involucrados en sus propios procesos mentales pueden estar más abiertos a ver aura o a tener otras experiencias psíquicas.
Cuando se compara a estos individuos con quienes no la experimentan, estos individuos tienen mayor capacidad de absorción psicológica (Glicksohn, 1990; Irwin, 1985; Myers, Austrin, Grisso & Nickeson, 1983). Además, hay indicadores de que quienes experimentan alta capacidad de absorción, usualmente experimentan también diversas formas parasomáticas, alucinaciones táctiles, y sensaciones de energías sutiles (Irwin, 1985), y ocurren en el contexto de prácticas de meditación (Palmer & Liberman, 1976).
La propensidad a la fantasía parece ser un factor discriminante entre quienes ven el aura y quienes no (Myers & cols., 1983; Wilson & Barber, 1982). Una persona no necesita estar confundida o delirar para tener alucinaciones (Siegel, 1980; Slade, 1976; Slade & Bentall, 1988). No hay estudios en los cuales se haya investigado la relación entre ver el aura y los rasgos esquizotípicos, sin embargo, se puedo suponer que quienes puntúan significativamente alto en ideación esquizotípica, error perceptual, ideación mágica, y sinestesia en comparación con un grupo control, también indiquen tener experiencias de ver el aura.
En tal sentido, la esquizotípia debería ser concebida como una dimensión de la personalidad distribuida continuamente en la población normal, cuya definición es que las personas en los extremos de la curva de distribución tienen una elevado grado de suceptibilidad a episodios psicóticos.
La dimensión de personalidad esquizotípica puede estar correlacionada con una amplia variedad de otros fenomenos, además de las psicosis. En particular, hay buenos fundamentos para relacionar la esquizotipia con la creatividad (Claridge, Prior & Watkins, 1989). Por estas razones, creo que la visión del aura es parte de la experiencia humana y como tal merece ser estudiada en función de relacionarla con sus posibles componentes psicológicos y paranormales.
Mi perspectiva es coherente con el planteo de Palmer (1979) y Alvarado y Zingrone (1997, 1999) acerca de la importancia de distinguir modelos convencionales de explicación de lo paranormal en parapsicología. Asi también, la necesidad de considerar los aspectos experimentales de psi como parte de la investigación parapsicológica sin necesariamente focalizar los modelos explicativos paranormales (Schouten, 1986; White, 1990).
Parafraseando a Irwin (2004, p.10), “la experiencia humana incluye un amplio rango de diferentes dimensiones de los cuales hay muchos aspectos que deben ser estudiados además de su ostensible paranormalidad.” Poco se conoce acerca de los factores psicológicos y los procesos que subyacen a la visión del aura, pero hay indicadores, en la literatura psicológica, parapsicológica y psiquiátrica, de que hay variables cognitivas (mentales) que merecen ser estudiadas.
Hipótesis Este informe estudiará un número de estilos cognitivos (variables) tales como la absorción psicológica, las tendencias disociativas, la propensidad a la fantasía, la intensidad de la imaginería (particularmente asociadas a la ver el aura, por ej., las modalidades visual y táctil), la propensidad a alucinar (visual y táctil), y el estilo de personalidad propensa a la esquizotipia.
Se ponen a prueba cuatro hipótesis específicas: que los estudiantes que ven el aura puntuarán más alto en (1) absorción, disociación, y propensidad a la fantasía, (2) intensidad de la imaginería, (3) propensidad a alucinar, (4) y esquizotipia cognitivo-perceptual en comparación con quienes no tienen la experiencia.
Método Participantes La muestra incluyó 678 estudiantes de psicología de ambos sexos, 449 (76,5%) mujeres y 139 (23,5%) varones, cuya rango etario es de 17 y 57 años (Media=25,54; SD=7,22) residentes en la Ciudad de Buenos Aires y alrededores. Ningun estudiante recibió compensación económica.
Instrumentos Los estudiantes completaron seis escalas, cinco de éstas de experiencias perceptuales: 1) la Escala de Imaginería (QMI, Sheehan, 1967; Richardson, 1990; alfa de Cronbach=0,77) que mide la intensidad de la imaginería en 35 items de una escala Likert 1-7, siendo 1 alta imaginería y 7 baja imaginería, en siete modalidades sensoriales (sólo dos se usaron: visual, por ej.
“El sol poniéndose en el horizonte”, y cinética, por ej. “Alcanzar un estante alto”); 2) el Cuestionario de Alucinaciones (CEA, Parra, Adróver y González, 2006; alfa de Cronbach=0,93) que mide la propensidad a alucinar en seis modalidades sensoriales de 38 items con una escala Likert 0-5, siendo 1 rara vez a 5 frecuentemente (sólo dos se usaron: visual, por ej.
“He visto sombras, o figuras humanas o no-humanas cerca de mi cama, yo las he visto claramente y veo lo que hacen” y táctiles, por ej. “He tenido la experiencia de sentir una palmada en mi hombro, o cualquier otra sensación vívida de contacto físico de otra persona detrás mío, pero cuando me doy vuelta no veo a nadie”); 3) la Escala de Experiencias Disociativas (Bernstein y Putman, 1993; alfa de Cronbach=0,91) una escala que mide una variedad de tendencias disociativas en tres factores: amnesia, despersonalización y desrealización en 28 items en una escala Likert 0-10 (por ej.
“Algunas personas tienen la experiencia de conducir o estar viajando en un coche, colectivo, o subte y de repente se dan cuenta que no recuerdan lo que pasó durante todo o parte del viaje”); 4) el Cuestionario de Experiencias Creativas (CEQ, alfa de Cronbach=0,89, Merckelbach, Horselenberg y Muris, 2001) que mide la propensidad a la fantasía, especialmente la tendencia a fantasear en la niñez, en 25 ítems de respuesta verdadero/falso (por ej., “Cuando veo escenas de violencia por televisión, me siento tan involucrado en éstas que me provoca mucha inquietud”); 5) la Escala de Absorción de Tellegen (TAS, alfa de Cronbach=0,91) (Tellegen & Atkinson, 1974) que mide la frecuencia con que una persona se involucra en actividades que exigen atención y concentración en 34 ítems de respuesta verdadero/falso (por ej.
- Cuando escucho música de órgano u otra música imponente a veces siento como si me estuvieran levantando en el aire”).
- Una medida tri-factorial de rasgos de personalidad utilizada fue el Cuestionario de Personalidad Esquizotípica (SPQ, alfa de Cronbach=0,91) (Raine, 1991; Raine, 1992, Raine & Baker, 1992; Raine & Benishay, 1995) que mide tres factores de esquizotipia en 74 ítems de respuesta dicotómica si/no (por ej.
factor Cognitivo perceptual “¿Alguna vez ha visto cosas que para los demás son invisibles?” o “¿Son sus pensamientos a veces tan fuertes que usted casi podría escucharlos?”, Interpersonal “Tengo poco interés en conocer a otras personas” o “Soy muy pobre al expresar mis verdaderos sentimientos por el modo en el que hablo y miro”, y Desorganizado “Otras personas me ven como desatento o excentrico” o “A veces utilizo palabras de un modo inusual”).
- En general, un valor alfa de Cronbach de 0,60 es una medida aceptable de confiabilidad (Grady & Wallston, 1988; Kim & Mueller, 1978).
- Las medidas de alfa corresponden a la versión en español de cada escala.
- Respecto a la experiencia de ver el aura, se formuló la pregunta de la siguiente manera: “¿Ha tenido alguna experiencia usted es capaz de ver campos de energia o luces alrededor del cuerpo de una persona? (si duda, por favor, responda no)”,
Si la respuesta es afirmativa, la pregunta también mapea tres dimensiones de la experiencia: frecuencia de la experiencia, explicación subjetiva (racional, desconocida y paranormal) de la experiencia, y positivo o negativo impacto (emocional) en una escala Likert, siendo 1 positivo y 7 negativo.
- Procedimiento Aplicamos una técnica de muestreo no-probabilística para obtener el mayor número de casos para analizar.
- El set de tests autoadministrables fue entregado en un sobre A4 a cada estudiante, en forma contrabalanceada, durante una clase de la cursada teórica.
- El tiempo promedio para completar los cuestionarios fue de 50 minutos.
Los estudiantes recibieron una vaga información del objeto de estudio y se los invitó a participar voluntaria y anónimamente completando los tests, en una única sesión, en días y horarios previamente pactados con los docentes. El orden de administración de ambas pruebas fue contrabalanceado y los cuestionarios de alucinaciones se presentaron bajo el pseudo-título de Cuestionario de Experiencias Psicológicas, con lo cual se evitó sesgar las respuestas.
- Los análisis fueron procesados mediante el SPSS 11.5 (en español) y los análisis estadísticos fueron evaluados a dos colas.
- Resultados En base a las respuestas obtenidas para a pregunta de ver el aura se conformaron dos grupos: Grupo aura: Para agrupar a quienes tenían la experiencia de ver el aura o “experientes” se convirtieron las respuestas 1 (rara vez), 2 (ocasionalmente), 3 (a menudo) y 4 (muy frecuentemente) a un valor (1).
Grupo “control” (no aura): Para agrupar a quienes no tuvieron EFC los (“no experientes”) se convirtió la respuesta “Nunca” a un valor (0). Resultado de las hipótesis Absorción, Disociación, y Propensidad a la Fantasía: La Hipótesis 1 era que los estudiantes con experiencias puntuarían más alto en Absorción (medido con el TAS) que quienes no la tuvieron, Propensidad a la fantasía (medido con el CEQ), y Disociación (medido con el DES), la cual se confirmó: quienes tienen la experiencia puntuaron significativamente más alto (TAS z=2.77, p<0,01, a dos colas; DES z=2,67, p<0,01, a dos colas; CEQ z=4,24, p<0,001, a dos colas) que quienes no la tuvieron (ver Tabla 2). Intensidad de la Imaginería. La Hipótesis 2 era que los estudiantes con experiencias puntuarían más alto en Imaginería visual e Imaginería kinética (medidos con el BIS) que quienes no la tuvieron, pero esta hipótesis no se confirmó para ninguna modalidad sensorial (ver Tabla 2). Propensidad a alucinar. La Hipótesis 3 era que los estudiantes con experiencias puntuarían más alto en propensidad a alucinar (medidos con el CEA) que quienes no tuvieron la experiencia, la cual se confirmó: quienes tienen la experiencia puntuaron significativamente más alto (Visual z=2,75, p<0,05, a dos colas, y Táctil z=3,79, p<0,001, a dos colas) que quienes no la tuvieron (ver Tabla 2). Personalidad esquizotípica. La Hipótesis 4 era que los estudiantes con experiencias puntuarían más alto en el factor de esquizotipia cognitivo-perceptual (medidos con el SPQ) que quienes no la tuvieron, la cual se confirmó (z=4,50, p<0,001, a dos colas) (ver Tabla 2). Para explorar la diferencia de géneros, se dividió en masculino/femenino y experientes/no-experientes, y se examinó el número de individuos que obtuvo puntuaciones sobre o por encima de la media, utilizando el test de probabilidad exacta de Fisher. El análisis de la frecuencia de las medidas psicológicas para los hombres en comparación con las mujeres no fue significativo en conjunto, así como también los experientes en comparación con los no-experientes examinados por separado. La diferencia entre ambos grupos no fue significativa. En otras palabras, no se encontró evidencia en cuanto a la diferencia por género en el conjunto de datos. Análisis de regresión logística ¿Cuál de las diez variables discriminan mejor entre el grupo con experiencia y quienes no tuvieron la experiencia? Se llevó a cabo un análisis de regresión logística binaria para buscar el principal predictor. Parcialmente debido a un problema de colinealidad, después de verificar los requerimientos de la técnica, se llevó a cabo un análisis por el método de pasos hacia delante de Wald. Para reducir la colinealidad, se excluyeron del análisis de regresión algunas variables. De una muestra de 563 participantes que reunían las condiciones, los resultados del mejor modelo (Paso 2) mostró que Alucinación visual era el mejor predictor para la experiencia de ver el aura (si/no), y en segundo orden Esquizotipia cognitivo-perceptual como predictora, pero ambas en un grado débil. Esto sugiere que la Esquizotipia cognitivo-perceptual puede estar por debajo de la diferencia entre ambos grupos. De los dos predictores, solamente Alucinación visual tuvo una Beta levemente significativa (0,18); mientras que el resto de las variables no resultaron predictoras. Sin embargo, la ver el aura parece ser una variable continua en el sentido de que la experiencia puede ocurrir más de una vez. Un análisis de la frecuencia de impacto (positivo) emocional (Media=2,44; SD=1,47, siendo 1 positiva a 7 negativa) no resultó significativa. Discusión Este estudio examinó las diferencias entre aquellos que dicen ver el aura en comparación con aquellos que no la tienen en base a diferentes medidas cognitivas y de personalidad. Los resultados mostraron mayor nivel de esquizotipia cognitivo perceptual, absorción psicológica, tendencias disociativas, propensión a la fantasía, y alucinación visual y táctil, en comparación con quienes no tienen la experiencia de ver el aura. Posiblemente, quienes ven el aura son personas que tienen mucha más intensa vida imaginativa (Kohr, 1980; Myers, Austrin, Grisso & Nickeson, 1983; Wilson & Barber, 1983; Palmer, 1979). Tal descubrimiento sugiere que la visión del aura está relacionada con el proceso cognitivo-perceptual anómalo, la propensión a la fantasía y la alucinación visual. Para Healy (1984), la percepción del aura y otros fenómenos como la sensibilidad de quien la experimenta es debido a los límites permeables del yo. Esta sensibilidad podría estar relacionada con la absorción o la disociación. Marks y McKellar (1982) sugieren que la percepción del aura está asociada a alguna forma de imaginería eidética, la cual esta tiene un fundamento experimental utilizando tests basados en dibujos y diagramas, como los empleados por Matsuoka, Onizawa, Hatakeyama y Yamaguchi (1987). Se ha estudiado el efecto de persistencia de imagenes - mediante flashes de luz a los ojos de los pariticipantes - en relación a la suceptibilidad hipnótica y las habilidades visoespaciales (Atkinson & Crawford, 1992). El resultado de este estudio también sugiere que el modelo de propensidad a la fantasía, que se cree subyace los prcesos alucinatorios como la absorción y la propensidad a la fantasía, estarían asociados con la experiencia de ver el aura. Finalmente, también podemos concluir que una constelación de factores interrelacionados constituyen el constructo de la "personalidad propensa a la fantasía" (Wilson & Barber, 1983), la cual predispone psicológicamente a la experiencia de ver el aura. Este tipo de experiencia también tiene implicaciones clínicas. Muchos terapeutas todavía consideran a estos pacientes (u otras experiencias asociadas a lo paranormal) como una enfermedad mental o un auto-engaño. Por esta razón, las personas propensas a fantasear, temen al ridículo y no le cuentan a nadie acerca de sus experiencias (Gómez Montanelli & Parra, 2003, 2005; Tart, 1983a, 1983b, 1984). Pero esta experiencia no necesariamente posee un significado psicopatológico para el individuo, por lo cual no se debe concluir que la experiencia de ver el aura es patologica per se, no obstante un modelo disociacional sea necessario para dar cuenta de la habilidad cognitiva que presumiblemente subyace al estados de conciencia que pueden ser conducente a una variedad de experiencias perceptuales anómalas. Quienes ven el aura simplemente podrían ser sensibles a las experiencias perceptuales anómalas, pero a su vez, la disociación y absorción parecen estar presentes en la predisposición personal para tener la experiencia. Un modelo teórico posible que surge de los resultados es el de la "esquizotipia feliz" (McCreery & Claridge, 1995). El término alucinación aun tiene connotación peyorativa debido a que está asociado casi exclusivamente a la enfermedad mental o a estados anormales. Es interesante que algunos individuos pueden indicar efectos benéficos de la experiencia de ver el aura, por ejemplo, como que sirve como un medio visual del estado de la salud física y anímica, sanar a otros, o para mejorar la capacidad de ver el aura (Brennan, 1988). Si este es el caso, los individuos que tienen la experiencia de ver el aura deberían tambien experimentar desvios de otros mapas cognitivos, como las que presumiblemente subyacen en las experiencias de despersonalización. Esta idea surge a partir de los estudios que han encontrado una relación positiva entre las anomalías perceptuales (como la sinestecia) y una variedad de experiencias alucinatorias y de distorción perceptual. Referencias Alfred, J. (2006). Our invisible bodies: Scientific evidence for subtle bodies, Fairford, UK: Trafford. Alvarado, C.S. (1994). Individual differences in aura vision: Relationship to visual imagery and imaginative-fantasy experiences. European Journal of Parapsychology, 10, 1-30. 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¿Cómo comienza aura?
Las migrañas son provocadas por cambios en el sistema nervioso. Las migrañas pueden progresar a través de cuatro etapas: pródromo, aura, ataque y posdromo. No todas las personas experimentan todas las etapas. Entre el 40 % y el 60 % de las personas con migrañas experimentan la fase de pródromo, que son cambios sutiles uno o dos días antes del ataque.
- Esto puede incluir estreñimiento, depresión, diarrea, somnolencia, antojos de comida, o hiperactividad e irritabilidad.
- También es posible que no notes ningún síntoma.
- Alrededor del 20 % de las personas con migrañas experimentan un signo de advertencia de migraña más distintivo en una segunda fase, llamada aura de la migraña.
Las auras suelen ser visuales, pero también pueden ser trastornos sensoriales, motores o verbales. Las auras visuales son las más comunes. Un aura visual es como una onda eléctrica o química que se mueve a través de la corteza visual de tu cerebro. La corteza visual es la parte del cerebro que procesa las señales visuales.
A medida que la onda se propaga, podrías tener alucinaciones visuales. El aura visual más conocida se llama espectro de fortificación porque su patrón se asemeja a las murallas de un fuerte medieval. Puede comenzar como un pequeño agujero de luz, a veces con líneas y formas geométricas brillantes en tu campo visual.
Esta aura visual puede expandirse hasta convertirse en un objeto en forma de hoz o de C, con líneas en zigzag en el borde exterior. A medida que se mueve, puede parecer que crece. Las auras no son iguales para todas las personas, por lo que también puedes ver puntos brillantes o destellos.
Las auras a veces van acompañadas de una pérdida parcial de la visión denominada escotoma. Las auras comúnmente duran de 10 a 30 minutos. También es común tener un aura sensorial. Puede ocurrir al mismo tiempo que el aura visual, directamente después de esta o por sí sola. Un aura sensorial comienza como un hormigueo en una extremidad o una sensación de entumecimiento que te recorre el brazo durante 10 a 20 minutos.
La sensación puede extenderse a un lado del rostro y de la lengua. Hay otro tipo de aura que causa problemas transitorios del habla o del lenguaje, lo que se conoce como aura disfásica. En las auras más raras, las extremidades y a veces el rostro de un lado del cuerpo pueden debilitarse; esto se conoce como migraña hemipléjica.
¿Cómo puedo ver el aura de una persona?
El experto en lectura del aura, Harold, estuvo en el programa Plan B y explicó qué es el aura y cómo podemos verla en las personas, con cámaras especiales. De acuerdo con el experto, el aura es un campo energético en el cual vive tu cuerpo, nosotros somos espíritus encarnados en donde el aura toma forma y el campo del aura se extiende a un metro a dos lejos de nosotros.
Nosotros somos seres de energía, esa energía realmente es nuestra conciencia, somos seres de conciencia. Cuando nosotros enfermamos lo hacemos primero en nuestra aura, de manera mental y después emocional. Los sentimientos de culpa y enojo pueden cambiar tu aura y enfermarte. Nosotros nos podemos curar al conocer que irradia nuestra aura, pues somos seres de conciencia viviendo creencias, el futuro en el aura de alguien son imágenes.
Como espíritus mostramos imágenes porque no tenemos miedo de ocultar algo. Es fácil de identificar pues existen imágenes que tienen más energía dentro de otra imagen. Existen personas que tienen la capacidad de ver el aura a simple vista, pues son seres con más sensibilidad.
¿Cómo podemos captar el aura? Para los que no tienen esta capacidad, el aura se puede captar también por medio de una cámara que percibe el aura de cada persona. Debes tomar una foto con la cámara ‘auro spectro photometer’ que usa la tecnología de bio retro alimentación, esta cámara funciona por medio de sensores.
Lo que hace es tomar el campo energético y luego crear una representación, convirtiendo esa información digital en luz, la cámara tiene una caja de luz que permite poner esta la luz encima de la foto de la persona y finalmente captar los colores del aura al revelarse la fotografía.
¿Cómo se rompe el aura de una persona?
Limpia tu aura de los parásitos mentales E fectivamente tu aura -ese poderoso campo energético que rodea tu cuerpo físico- se lesiona por las múltiples interferencias que provienen de lo emocional y también por culpa de esos ‘parásitos mentales’ como la rabia, el odio, el rencor, la ira, la envidia, los celos y, en la gran mayoría de los casos, por pensamientos que no están aferrados a la realidad sino que solamente tú permites que nazcan y se cultiven en tu mente.
- Unas veces esas interferencias o heridas del aura son fáciles de identificar, otras son más densas y complicadas, pero en todos los casos tienen solución, siempre y cuando tengas vo – lun – tad.
- Marino de Jesús Corrales Morales, parapsicólogo y experto en regulación del aura y manejo de la cámara Kirlian para la estabilización de la misma dice que “Lo más importante es saber que el aura cambia constantemente y refleja nuestros estados de ánimo.
¿Los colores? Cuando hay enfermedad tu aura se agujerea y se torna color marrón. Si has tenido intimidad tu aura se verá violeta con tonos de naranja y rojo. Color plata y dorado, estas tranquila y equilibrada. Proyectas azules y violetas cuando luces saludable, pero si tu estado de ánimo es bajo y negativo, ella se arruga, se llena de grietas y se ve negra, asegura Marino de Jesús.
Para el médico Santiago Rojas Posada, “cada vez que expandes tu campo energético porque estás alegre, porque entras en contacto con la naturaleza, o te metes al mar, estás limpiando tu aura”. De igual manera, cuando salen a relucir tus sentimientos altruistas y actos por ayudar al prójimo contribuyes al mismo efecto.
Utiliza tus manos y una vela Cuando tengas desequilibrada el aura o sientas que está en desbalance, practica el siguiente método, propuesto por Marino Corrales. Tápate con un dedo uno de los huequitos de la nariz y respira profundamente. Toma aire solamente por esa fosa nasal y cuenta hasta nueve -números cabalísticos, no números pares-.
Suelta el aire por la boca. Hazlo por tres minutos, repitiendo la acción, una y otra vez. Otro ejercicio que puedes hacer es ponerte una vela encendida frente al ombligo e imaginar que te entra un chorro, un haz de luz por allí. Inhalas aire por tu nariz, sientes que el estómago se contrae y luego sacas ese aire por la boca.
Para armonizar la respiración en estos dos casos puedes usar una onza de esencia floral de menta. La debes oler antes de hacer los ejercicios. Te ayudará a tranquilizarte y abrir tu mente. Para limpiarla. ¿Huevos? Sí, aunque suene extraño con este alimento puedes cambiar el reflejo de tu aura.
¿Cómo? Busca un huevo que no tenga avería. Sin abrirlo, haces círculos alrededor de todo tu cuerpo en el sentido de las manecillas del reloj. Es importante que lo pases por tus ojos, nariz, boca, ombligo, vagina y recto, pues así recoge la energía que debes expulsar de tu cuerpo. Al terminar, prepara un vaso de agua y tres cucharadas de sal, rompe el huevo y observa cómo sale (muchas veces se alcanza a cocinar o sale con pinticas).
¡Una recomendación! Si consigues un huevo de gallina o de pata, verás mejores resultados. Puedes hacerlo todos los días, una sola vez. Si lo realizas con cierta frecuencia percibirás cambios rápidamente. Sonidos y colores que purifican el aura Según el psiquiatra Ricardo Angarita, si tu aura sufre a causa de la depresión, necesitas ‘iones menos’, climas con mucha luz, sol, mar y medidas de activación con ejercicios de los centros de energía: yoga, kung fu, thai chi chuan, acupuntura, un estilo de vida yóguica.
- Alimentos calientes como la pimienta o el jengibre, todos los de color fuego funcionan para ir equilibrando el aura.
- Puedes escuchar música de Mozart, Vivaldi, Bach y llevar ropa de colores claros, satinados y brillantes.
- ¿Estás desbalanceada por rabias e irritabilidad? En ese caso te conviene un clima de montaña.
No comas ají, alimentos picantes o condimentados porque desencadenan más rabia y podrías perder el autocontrol. Suprime bebidas estimulantes y detente a reflexionar si este sentimiento que sientes vale la pena. Prefiere música del Barroco europeo, el cantollano o gregoriano y usa ropa de las gamas de verdes y azules.
- Un ejercicio efectivo.
- Con el celular apagado, ojalá los ojos cerrados y un ambiente sin ruido, concéntrate en tu respiración, conócela, siéntela y no pienses en nada.
- Si llega algún pensamiento, lo ves venir y lo dejas ir como si vieras pasar un carro.
- Ahora siente los latidos de tu corazón y desde ese órgano que te dice que estás viva, ves la luz rosada que sale y que gira en el sentido de las manecillas del reloj y te envuelve y cada vez sale más y más luz que envuelve tu cuerpo, purifica tu espíritu de cualquier dolor e inunda cada célula de tu cuerpo.
Quédate ahí unos momentos y siente cómo emana esa luz y te regocija y ahora siente el “abrazo” de ese color rosado de amor incondicional hacia ti y hacia los demás. De ese color se llenan tus papás, tus hijos, tu familia, tus amigos y todos los seres que te rodean.
- Quédate otro ratico así, respirando, sintiendo y viviendo el efecto positivo de ese armonioso color.
- Y te estás ahí el tiempo que necesites y cuando creas prudente empieza a regresar despacio, al aquí y al ahora.
- ¡Notarás el cambio! Protégete de energías negativas y activa tu hogar Este sencillo baño te ayudará a mantener alta y muy activa tu energía.
Solo debes mezclar en un recipiente agua, cuatro gotas de esencia de eucalipto, dos gotas de alcanfor y una de gota de limón. Báñate con ella y al terminar, enciende un incienso de canela para armonizar el ambiente. Así mismo, enciende inciensos de vainilla, sándalo o canela, recorre todos los rincones de tu casa, no solamente los espacios amplios y abiertos, sino también cada esquina de ella.
- ¿Quieres curarla? Procedimientos profesionales y caseros Lo puedes hacer a través de las manos de un experto, de la cámara rusa que estabiliza chacras, la cámara Kirlian (corriente eléctrica alterna en distintos periodos).
- Una de las señales por las cuales puedes darte cuenta de que tu aura no está bien es por tu bajo estado de ánimo o porque tu ropa empieza como a envejecer.
Biblioteca pro aura sana ¿ Desintoxícate. Este libro del médico experto en medicina complementaria Santiago Rojas Posada te dará pautas para equilibrar tu aura. Editorial Norma ¿ El poder curativo del aura Bárbara Y. Martin es una de las más destacadas clarividentes y maestras espirituales.